viernes, 26 de febrero de 2016

En un caleidoscopio vimos al niño goleador.

Ayer una mosca molestaba a un hemipléjico. No tenía verguenza ni conocimiento. Hoy soy un obeso mórbido, tratando de estacionar en doble fila. Quién sabe cuándo las preguntas con las que se inmoló un farmaceútico asustado por el desamor de una compañera, no te van a asaltar a vos. En una calle hay basura tirada, nadie pasa a recogerla. Los zombies, de noche tienen calor. Cuando vayas al supermercado pensá que estas decorando tu alacena. Acompañame al zoológico, mirémos un caleidoscopio en un banco, molestemos a los gatos del jardín botánico. Hagamos lo que te parezca más oportuno, y saltemos de una conversación a otra, como en una sobremesa de camioneros. Hay mucha gente con flema, y poca respirando el aire y la luz de la meseta. En un sillón se sienta un niño goleador. Se siente poderoso porque papá lo quiere convertir en jugador. En un río se está suicidando un poeta sin talento, pero genio como cualquier otro. Yo escribo la pared, y en vez de decir cosas que riman, hago un abstracto en el que estamos vos y yo, lamiéndonos el ombligo, de dos en dos, de dos en dos.

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