sábado, 27 de agosto de 2016

Morir por un trabajo en blanco.

Teneme en blanco,
Por favor teneme en blanco,
Muero por un aguinaldo,
Hace noches que duermo,
Vestido como en la empresa,
Teneme en blanco,
Por favor teneme en blanco,
Nunca tuve un trabajo,
En el que pueda crecer tanto,
Pocos jefes tan llenos de vitalidad,
Compromiso y responsabilidad,
Nadie como vos,
Nadie como vos,
Como vos nadie,
Teneme en blanco,
Por favor teneme en blanco,
Voy a trabajar domingos y feriados...

Mi historia y la de cualquiera.

Mi imagino derribando paredes,
Los mazazos que estallan,
Saltando pedazos fríos,
Esquirlas que lastiman los ojos,
Demuelo hasta los cimientos,
Martillo y levanto el piso a paladas,
Junto los escombros en una carretilla,
Hago reiterados viajes hasta una caldera,
Tiro todo y lo convierto en una nube,
Nube que oxigena la atmósfera,
Me siento en una pequeña silla en el terreno,
El sol del mediodía sobre mi cabeza,
Cálido y reluciente,
Tomo un aperitivo, miro y respiro,
Es la historia de mi vida,
Podría ser la de cualquiera.

Insuflar alma.


De todas las cosas que padecen ser ubicadas en un alma humana: una de las más solitarias es el corcho, además de haber caído en la sórdida condición de ser rudo aunque pueda enamorar a unos dedos ansiosos. Una de las más elegantes es la tijera, no hace falta aclarar su esbeltez, que más bien deberíamos llamar aristocracia que sólo concede placeres a las manos diestras. Uno de los más pérfidos es el tacho de basura, fétido, mugroso y siempre con mala predisposición a realizar su trabajo. Uno de los más misteriosos es el corpiño, que ningún hombre puede ver arrojado sobre cualquier superficie sin imaginar su contenido con sed y asombro. Uno de los más iluminados es el vaso, cuya oquedad es su sentido de ser, así como el vacío es para el ser humano la fuente de la consciencia meditativa. Pero la más futurista de todas es el agua: sustancia sin sabor, color ni olor, que toma la forma de todo lo que toca, como una diosa que insufla alma a todos los seres, y que además, sin ella no se puede vivir. Una sustancia mágica, diseñada con propiedades inteligentísimas de la que estamos hechos y que nos hace vivir. Increíblemente esta invención existe, y se llama agua.

El mundo, la manzana y el camello.


El mundo no existe antes de conocerlo,
El único mundo que existe es el conocido,
La manzana no tiene sabor antes de probarla,
El universo no es un lugar antes del observador,
El observador y el universo nacen juntos,
No se puede pensar al uno sin el otro,
No se puede entender al camello sin el desierto,
No se puede ver la relación sin otra relación,
En sentido estricto no hay comienzo ni fin,
Todo surge continuamente de la nada.

Lo que llamamos felicidad.

Lo que llamamos felicidad es fluir en el vivir dejándose guiar por el curso espontáneo del deseo sin esfuerzo en un abandono tal que supone el olvido de sí mismo y del resultado. Para que eso ocurra hay que abandonar todo control, exigencia y expectativa, y dar cuenta que el vivir no necesita ser ordenado, porque todo lo vivo posee una armonía natural. Esta reflexión fue hecha tanto por un pobre carpintero de Galilea como por el rico hijo de un rey en las estribaciones del Himalaya. Y es accesible a cualquier persona que aprenda a dejarse guiar por el curso espontáneo del deseo en aceptación continua del vivir como sea que ocurra.

La claridad proverbial del sonido.


El hombre que ama el vigor se asfixia en su soledad,
Si los sonidos son proverbios del mundo,
El silencio es la figura de la nada,
Su llamado orienta y desorienta,
Estar convencido es una manera de huir de uno mismo,
Todo aprendizaje supone una confusión,
Toda confusión supone un deseo,
El deseo que no destruye a su cuerpo es el no que se anhela,
No hay abismo más grande para el hombre que la desnudez,
Quien se lastima lo hace para saber que está vivo,
El más inteligente es el que tiene los sentidos atentos,
La mujer que teme la maternidad teme su locura,
La única locura por la que se delira es la de la madre,
Un padre sólo puede ofrecer una enseñanza: la disciplina en el hacer,
El triunfo de un día sólo dura ese día,
Para salir de la derrota hay que comprenderla,
No se puede salir luchando,
Sólo los enamorados,
Ven a los otros con claridad.

El sol es una insistencia.


El sol es una insistencia,
Dice: hacé,
Su caída es un alivio,
La tarde dice: placer,
La oscuridad ama el peligro,
La noche dice: suspenso,
Al sueño se cae,
Es aprender a morir,
Otra mañana viene,
La luz agitadora,
Pide más ya y ahora.

Oficialismo y oposición.


Oficialismo y Oposición incurren en un mismo error a mi entender. Cambiemos porque cree que tiene el conocimiento de qué y cómo hacer para lanzar la economía hacia el desarrollo productivo. Es un error porque, se atribuye a sí mismo más poder del que efectivamente tiene para transformar la economía; la Argentina es un país periférico y no determina el curso de la economía mundial, se acomoda en un juego que definen otros. Y es un error porque por aún teniendo un saber que permita instrumentar una política el resultado puede no ocurrir, y el convencimiento que trae ese saber ciega la perspectiva porque no permite mirar fuera de ella.
La oposición yerra prácticamente en lo mismo. También considera que Cambiemos tiene más poder del que tiene para instrumentar y dirigir la economía nacional. Y a su vez piensa que gobierna para la clase empresarial, de la cual ellos forman parte, a quienes dirigirán todas sus políticas. Es cierto que muchas de las políticas de Cambiemos están orientadas a ofrecer mejores condiciones de juego a la clase empresarial, pero no es una clase uniforme ni homogénea y no puede favorecerse a toda al mismo tiempo. Es más, lo que favorece a un sector no lo hace a otro. De manera que Cambiemos no tiene garantizado el apoyo de toda la clase, también allí tendrá que trazar alianzas y acuerdos, que como sabemos en la historia política, pueden terminar siendo muy costosos.

viernes, 19 de agosto de 2016

Origami.

La palabra paciencia es el origami de una paradoja. Es paciente quien sabe esperar. Pero curiosamente, para poder esperar, no hay que tener expectativas. Es decir, sólo sabe esperar quien no espera nada. Porque quien espera, desespera...

Compasión televisiva.

Alguien ve una película sobre la resiliencia de los negros en la historia de Estados Unidos. Se compasiona con el dolor de la opresión racial. Pero no compasiona con el indígena en nuestra historia. Pienso esa paradoja. Como cuando me emociono con George Harrison cantando My sweet Lord y soy tan desafecto a escuchar a mi mamá hablar de su amor por Dios.

El sueño de los humanos occidentales.


Tres sueños definen la historia de nuestra cultura occidental:
-Definir con certeza, separando la falsedad de la verdad, qué son todas las cosas del mundo.
-Alcanzar un estado permanente de bienestar material y espiritual.
-Ser amos de la naturaleza.

Niños barbudos.


Los niños son sabios cuando pueden pasar del llanto a la risa sin vergüenza, arrepentimiento ni miedo. Es su libertad emocional alejada del control la que les permite hacer eso. El adulto acostumbrado a controlar cuando pasa del llanto a la alegría se encuentra en una contradicción y sufre. La terapia consiste en aprender esa sabiduría que nos invitan a vivir los niños en la convivencia. Sólo quien se olvida de sí mismo puede fluir en el vivir en armonía con sus circunstancias.

Para que esto lo otro.


-Hay que traicionarse para aprender a ser fiel a uno mismo.
-Hay que tomarse la libertad de herir a otros para no obsesionar con la pureza.
-Hay que conocer la suciedad y el caos para conocer la disciplina del cuidar de uno mismo.
-Hay que dejar que las consecuencias se vayan de las manos para conocer la inmensidad de la vida.
-Hay que aceptar que increíblemente incluso en el máximo de los errores se piensa que se está haciendo algo bueno para saber convivir.
-Hay que asumir los pensamientos y las historias inconfesables para saber que un rescoldo de la intimidad siempre permanece en el silencio.

Promesas y coherencia.

Siempre se es menos coherente de lo que se quiere serlo. Los actos aman desaprobar los dichos. Reescribamos la moral: que quien vaya a hacer o ser, no lo diga, lo sea o lo haga. En palabras del psicótico de Nietzsche: el hombre es el único animal capaz de hacer promesas...

¿Cómo no faltarle a nadie? Nunca prometer.

La solución de los enamorados de la política.

Soy un buscador de ocurrencias. Me apuro cuando veo el amor cerca. Llevo una contabilidad muy escrupulosa de mis errores. Sueño con ser impecable. Pero no soy exigente. Me encanta generar climas. Hay que seducirse hasta morir en la red del cuerpo, es una misión para todos. Pongo interés en comprender todas las lastimaduras. Mantengo esta idea: al final de cuentas, hayamos hecho lo que hayamos hecho, somos todos inimputables. Cuando se cierre la historia, o esta historia que hace este presente, todas las causas van a haber prescrito. Todos estamos locos. Quien le tiene miedo al miedo es un peligro para sí mismo. Todos los días aprendo a procrastinar un poco menos. Hasta hace no poco tiempo, me perseguía la sensación de haberle cagado la vida a mucha gente. Escuchar y ser escuchados, entonces cualquier dolor y conflicto tiene solución. Estamos tan enamorados de la política, que hablar así suena sentimental. Lo que se necesita es poder. Hay varias cosas que no son joda: ser un trabajador calificado y productivo, te guste o no la sociedad que vivimos, conocer los límites del cuerpo y las emociones, saber reconocer quienes son los que te van a socorrer y cuidar cuando no puedas por vos mismo. Lo mejor que te puede pasar es morir por algo, pero sin suicidarte. Inevitablemente, la vida tiene mucho de competencia, las mujeres buscan los hombres más fuertes y calificados, aún así sea en ser sensibles y amorosos, los hombres buscamos otros tantos placeres, no estamos dispuestos a vivir con menos de nuestras expectativas. Con paciencia todo, sin paciencia nada. Por más equivocado que se esté, uno siempre quiere tener la libertad de vivenciarlo sin ser corregido.

Sólo los humanos

Los árboles no se paralizan con el invierno,
Sólo los humanos,
Los pájaros no conocen el boicot cuando se interesan,
Sólo los hombres y las mujeres,
Los lagos no se pierden en las profundidades,
Sólo los humanos,
El viento no desespera,
Sólo los humanos,
La tierra no busca nada, ni la costa ni la montaña,
Sólo los humanos,
Los maremotos no conocen las catástrofes,
Sólo los humanos.

miércoles, 10 de agosto de 2016

¿Control o Entropía social?

Dos modelos:

-Un modelo de control social. Su idealización más exagerada sería: Todos los días, en un centro de operaciones del mundo son dirigidas las acciones de los habitantes del mundo. Determinados a seguir lo que se les ordena o escoger entre las posibilidades que se les selecciona más allá de su voluntad. El mundo está organizado y estructurado de una manera sólida en la cual alguien o algunos, desde la cúspide de una pirámide, o el centro de una panóptico, tienen acceso a toda la esfera social y pueden digitar en ella los cambios como les plazca.


-Un modelo de entropía social. Que podría ser descrito como: que todos los sistemas humanos llevan alguna clase de gobierno. En el caso del mundo contemporáneo, a los efectos de esta explicación, podríamos hablar de tres esferas: la del Estado como residencia del poder político, la de las empresas como residencia del poder económico, y la ciudadanía como residencia del intercambio y el poder entre personas o ciudadanos. Mi idea: en las tres esferas sus gobiernos no tienen un acceso desde arriba al acontecer en ellas, ni tampoco pueden digitar los cambios que ocurrirán allí. En ellas, dentro de ciertos márgenes de maniobra y dirección reina la entropía. Es decir, ni el presidente de una nación, ni los más altos managers empresariales, tienen acceso a un conocimiento que les permita dirigir y controlar la realidad política o económica.

En sentido estricto, no saben qué ocurrirá. Sus decisiones y saberes forman parte de uno de los tantos decidires y saberes en un sistema de relaciones humanas en el que nadie puede dirigir el sistema desde afuera. La entropía es la experiencia cotidiana del ciudadano. Uno va a un lugar y luego a otro, cruza otras personas que van a un lugar y otro, y en todas esas coordinaciones de acciones más bien desordenadas se conserva una coherencia, pero su orden no es instruido desde afuera por nada ni nadie, sino que se hace al andar.