sábado, 21 de septiembre de 2013

Idea.

De qué se trata la vida: De hacer lo que nos gusta como nos gusta.

4 Criterios para saber si uno se está complicando demasiado la vida.

En muchos momentos uno empieza a sentir que la vida es una espiral de sensaciones complicadas e incómodas. Lo peor de eso es que esas sensaciones se reproducen a partir de sí mismas. Entonces no sólo contentos con estar mal, pensamos que está mal estar mal. Y que las cosas que nos pasan a nosotros no le pasan a los demás. De manera que acá dejo una serie de ideas, que pueden servir de criterio para saber si uno se está complicando demasiado la vida. 

Lo que yo creo es que toda reflexión sobre las coherencias del vivir, reflexión que llamaría filosófica, tiene que estar abocada a la vida y al vivir cotidiano. Y que todas las personas que reflexionan de ese modo siempre están hablando acerca de su propio vivir. Aunque lo encubran bajo el manto de la objetividad trascendental.

Si alguien tiene un criterio más, será bienvenido en los comentarios.

1. Como decíamos al principio siempre que pensamos que está mal que nos sintamos mal. Que no debería ser de esa manera. Que otros pueden resolver lo que uno no puede de manera sensacionalmente fácil. Muchas veces ésa idea va acompañada de otra más cruel, que dice que los demás se estarían burlando de nosotros al saber que tenemos semejante complicación, y que despectivamente nos despreciarían por ser tan débiles. Un verdadero cataclismo de neurosis.

2. Pensar que si uno es exigente y crítico con sus errores entonces va a perfeccionarse y mejorar. No es cierto eso, los objeciones son obstáculos al desarrollo personal, y no contribuciones. En realidad un continuo estado de control y presión para no equivocarse lo único a lo que contribuye es a sentirse tímido, impotente, preocupado por no poder terminar nunca nada, ni empezar en muchos casos. Muchas veces se oculta bajo el fantasma de la mirada de un otro omnipotente en su desprecio ante lo desperfecto. Entre paréntesis habría que agregar, probablemente escondiéndose allí la mirada perpetuada en cada uno de la continua insatisfacción de los padres.

3. Pensar que para lograr algo las cosas tienen que doler. Hay una idea muy clásica que supone que todo lo que vale cuesta, y que por lo tanto si estamos sufriendo y padeciendo el esfuerzo de atravesar la dificultad en lo que hacemos, es significa que es bueno y valioso. Para explicar esto habría que explicar lo siguiente: El ser humano como ser que habita en el lenguaje es capaz de elaborar explicaciones, las cuales tienen el carácter de ser generativas. De manera que generamos el fenómeno que explicamos, con el cual validamos nuestra explicación. Ésa tautología de la consciencia es inevitable. Aunque no lo queramos ver. De manera que lo que solemos terminar haciendo es buscar cosas difíciles y padecerlas para sentir que son valiosas. Y con ello, torturarnos la vida. Mejor hacer lo que a uno le gusta, y dejar que fluya. Si no se puede hacer ahora, se hará en otro momento.

4. Pensar que todo es urgente, que no si no se atiende ahora sobrevendrá algo crítico. La mayoría de las personas tiene algún problema con la postergación. Siempre está sintiendo que le gustaría hacer algo que deja para mañana, y eso le duele en los momentos en que se da cuenta de su procastinación. Pero para mí el problema es al revés. Siempre estamos sintiendo urgencia por todo lo que hacemos y nos toca. Entonces acumulamos urgencias. Lo cierto es que las urgencias y los imperativos no son lindos de resolver, te tocan. Entonces el <tener que> se encuentra sobre todo lo que hacemos, incluso sobre lo que preferiríamos decir quiero hacer en vez de tengo que hacer. De manera que tanta acumulación lleva a no poder enfocarse en nada. Mi visión es la siguiente: Si queremos hacer algo que consideramos importante y valioso, entonces seguro podrá esperar un momento más a que nos volquemos sobre él. Y a qué se debe esto. A que hay tiempo, porque el tiempo no es algo que exista limitadamente independientemente de nosotros. Nosotros creamos el tiempo, lo creamos a partir de nuestra capacidad para crear espacios que nos den lugar a movernos con más placer y gusto en las actividades que queremos resolver. De manera que primero necesitamos crear los espacios para atender esa urgencia, por lo tanto necesita esperar, y estoy seguro que una vez que hayamos creado los espacios y las condiciones, ya no será una urgencia, es probable que sea más placentero.