martes, 31 de mayo de 2016

Premisas generales para una teoría de la mente.

1. ¿Qué es la mente? La mente no es una cosa, no es una entidad discreta que se aloja en la cabeza de una persona. Es una red de configuraciones de relaciones de relaciones recursivas. Es decir, es una red de relaciones que interactúan entre sí recursivamente dando lugar a nuevas configuraciones de relaciones dentro de la red. De otra manera, es una red que está continuamente reproduciéndose y dando lugar en ese reproducirse a nuevas configuraciones dentro de la red. Llamemos si queremos a esas relaciones pensamientos. Las relaciones son siempre un entrecruzamiento de lenguaje y emoción. En todo acto de la mente hay una conjunción de emoción y lenguaje. Las relaciones o pensamientos con emociones son acciones. Crean y modifican los mundos que una persona habita.
La mente es una máquina que se autorreproduce. El yo no hace acontecer a la mente, sino que ocurre en su ocurrir como una distinción de su operar. La mente como máquina que se autorreproduce está estructurada como series de mecanismos de interacciones que dan lugar a nuevas series de mecanismos de interacciones montados sobre las anteriores. Para modificar la mente hay que modificar, a partir de una acto que llamaremos reflexivo, las configuraciones de esas series de mecanismos de interacciones.

2. ¿Dónde está la mente? Como la mente no es una cosa, ni está escindida del mundo la mente es una distinción para dar cuenta de las coherencias generales de las operaciones que hacemos en la convivencia con otros. Es decir, en el esquema tradicional hay: un yo, una mente, y un mundo todos como entidades discretas que tienen existencia real e independiente unas de otras. Dicho de otra manera, son tres cosas independientes unidas por relaciones que también son cosas objetivas. En nuestro esquema el yo aparece en la historia de interacciones en la que se va configurando esa red que al configurarse va dando lugar al mundo de interacciones en la que aparece ese yo. Es decir, es una relación circular. El yo aparece como una distinción dentro de la red de relaciones, red de relaciones que aparece para sí misma en el operar sobre sí misma (el darse cuenta del darse cuenta), en la que se va configurando el mundo en el que existe ese yo. Es decir, no hay una diferencia entre la acción y el hacedor en el mundo. El que hace, el yo, acontece dentro del hacer en un mundo que no está separado de su hacer. El mundo que habita el yo es el mundo que hace. Entonces la mente no está afuera ni adentro del cuerpo de una persona. La mente está en el dominio de interacciones del cuerpo. La mente no es el cuerpo, aunque dependa de el. No es el cerebro el que piensa. Aunque la mente y el cuerpo se muevan congruentemente, y los pensamientos y las disposiciones corporales afecten al cuerpo y la mente.

3. ¿Qué es el sufrimiento en este esquema? El sufrimiento ocurre como un tipo particular de configuración relacional dentro de la red de configuraciones llamada mente que distinguimos como un estado enajenado en su operar. Es decir, el sufrimiento ocurre como un error en el operar de la máquina de relaciones recursivas. Decimos error porque aparece siempre como un estado indeseable. Lo que muestra que la matriz de configuraciones de la red está establecida de tal manera que tiene su estabilidad y produce su bienestar en la medida en que conserva una no enajenación. Lo que llamaremos consititución amorosa de la mente. Esa constitución se basa en la aceptación o legitimidad de lo que ocurre en esa red de configuraciones de interacciones. Entonces todo sufrimiento ocurre como una negación de esa constitución amorosa. Y ello ocurre cuando la red de relaciones produce una configuración de relaciones de interacciones contradictorias. Es decir, el sufrimiento como estado operativo de la mente es un mecanismo de interacciones contradictorias. Cuando el entrecruzamiento de pensamiento y emoción llevan orientaciones contradictorias siempre ocurre el sufrimiento. Lo que revela que el bienestar o la conservación de la constitución amorosa de la mente siempre ocurre como un estado de armonía de las coherencias operacionales de su red de relaciones. Es decir el bienestar es el estado de no contradicción.

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