martes, 31 de mayo de 2016

El mantel que tenía envuelta una teta mal oliente.

Accedí a un nuevo yo como si me escondiera en una gruta a inyectarme sida,
Las ácidas y estupendas miradas que empujaban edificios contra la mesa de mi desayuno,
Cagaron ciegamente una mal oliente maravilla de endecagramas indescifrables,
No sé lo que digo,
No sé lo que hago,
Imaginé que amaría como un perro atropellado,
Imaginé que llegaría lejos como un viaje que transporta gripe,
Imaginé que iba a dejar todo hecho como una caja de supermercado siempre llena,
Y cuando miré la bolsa de mi cara barrerse contra el espejo,
Encontré sangre en las encías,
Mugre consumada en los tobillos,
Tetas enojadas que se alejaban cada vez que las quería tocar,
Un mantel escrito que decía:
Esta mierda que te angustia,
La viene volcando una cementera,
Argamasa de leche de expectativas frustradas,
Con pollo de ansiedad hormonal,
A dar por culo le dije al guacho,
No podré bailar,
Pero con música la soledad es un imperio en armas,
Armas que atraviesan muros,
Muros que hay que lijar,
Lijar hasta llegar al carozo de miel y hueso.

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