sábado, 30 de abril de 2016

Prólogo a La poesía es una bosta y otros versos de Nilo Contepomi.

Contepomi es un muchacho peligroso. Sin aviso ni permiso desenfunda el filo de sus versos y salta al cráneo del lector, le destapa los sesos y le desordena las conexiones neuronales que entienden de poesía, gramática y moralidad. Amo su escritura por políticamente incorrecta, por desagradecida consigo mismo y porque desnuda la cotidianidad y la glorifica con las palabras más grotescas y sublimes. Su vómito es tan intragable como curativo, una medicina para el sopor del indolente mundo que comparece cómodo y sedado frente al televisor cuando una agitada y pesada realidad está sucediendo del otro lado. Siento que Nilo no le teme a la fangosa y oscura alma que habita en su cuerpo y sus textos.
Nilo es un viejo pájaro que canta novedosamente. Asume el riesgo de una escritura sin moldes y sin concesiones a una belleza inocua y estéril incapaz de batir las aguas interiores del lector. Se la juega con una osadía irrespetuosa con las formas delicadas de la deferencia, y con una desnudez tan cristalina que asusta a quien no tiene el estómago para digerir la parte ácida de las sombras de la historia íntima. Su gramática es una puesta en vida de una liberación expresiva que incluso puede llegar a ser esquizoide, el propósito es buscar un grito y una danza que comuniquen emociones y pensamientos que brotan desde los huesos y el corazón en la garganta.

Corre como un manantial que brama silencioso de fondo una inocencia y una memoria enamorada de la infancia y el jugar. No son sólo las reflexiones cargadas de sarcasmo de un hombre tan poco acostumbrado a las injusticias y los lugares comunes, sino también la alegría de dientes de leche de quien traba amistad con todo otro abierto a mirar todo de nuevo como una falta de obediencia a la realidad. Pienso que Nilo no quiere dejar su sien estancada en un escritorio cumpliendo una misión absurda, como le pasa a muchos queriendo o no queriendo, y se confina a sí mismo a explorar su oscuridad putrefacta y su sibilina alegría y hacer de eso una poesía que desafíe los límites de la gravedad, el sentido común y la sacralidad de lo constituido. Es por eso que Contepomi es un muchacho peligroso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario