miércoles, 13 de abril de 2016

Las diferencias y el enemigo.

Quien tiene el pensamiento guiado consciente o inconscientemente por la presencia de un enemigo al cual demostrar su falsedad, su mentira o su perversidad no puede pensar de manera valiosa para sí mismo y para otros. Está ahogado en una angustia que lo neurotiza y lo disocia de la armonía existencial. Esto no es un juicio de valor, sino de hecho. Cuando uno se encuentra en ese estado, se encuentra así. La pregunta es, ¿Cómo asumir diferencias de principios con otros sin convertirlos en el enemigo aún así se esté dispuesto a enfrentarlos si es necesario?

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