miércoles, 13 de abril de 2016

El Egreso de mi hermano Sebastián y la posmodernidad.

El día que mi hermano Sebastián egresó de la secundaria todos festejamos. Como yo tenía, y sigo teniendo un año menos que él, al siguiente me tocaría a mí. Esa noche estuvieron en casa festejando los estudiantes recibidos. Más tarde decidieron ir al centro de la ciudad a seguir celebrando. Yo corrí como si fuera a salvar a la humanidad de un pozo hasta el bar donde iba a estar una compañera. Cuando llegué ahí fui directo hacia ella y desaté una furia de besos y brazos completamente sórdidos, sin importarme lo que el resto de los usuarios del bar pensaran de nosotros. Esa noche, en el fragor del rock de ese inmundo antro y de toda la embriaguez que nos permitía nuestra atormentada adolescencia ella me confesó que era posmoderna, porque creía en los dictados de la emoción. Yo no sabía que significaba la posmodernidad y aún hoy sigo sin saber qué es, pero sí estoy seguro que la emoción es todo. Y en un mundo centrado en la razón, y en unas academias que toman como sinónimo lo arbitrario y lo emocional, me hago eco de las palabras de esa sabia adolescente perdida en el desorden de su emoción y en la conmoción de mis besos.

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