sábado, 30 de abril de 2016

Cuatro poesías para renunciar al trabajo y hacerse panadero.

Ayer traté de dejar de querer vivir para siempre,
Caminé en la noche varias veces,
No lo logré pensando,
Lo logré inconsciente en la danza,
La música era leche, guirnaldas y óleo en mi boca,
Le dije a Nacho que leer signos es una ruleta sinuosa,
Quiero hacerlos hablar a mi favor,
Pero hay un ancla que no puedo levantar,
Sigo insistiendo,
Porque quiero vivir para siempre,
Y amar para siempre,
Y morir amando,
Y Morir cuando el amor leve todas las anclas.

De tu sal vendrá la luz de las lágrimas,
De tu canto vendrá el aullido tu lobezno corazón,
De tu exhalación vendrá el fuego que agita el acantonado mal,
De tu fiebre vendrá la miel que barniza tu cuerpo bailando,
De tu imaginación vendrá el instante poético de un mundo nuevo.

No me perdones,
Yo soy tu pornográfica imaginación,
Alterada entre la sangre, el grito y el sudor,
No bajes la mirada cuando la jauría te acose en un rincón,
Que la tentación de escupir adentro de su boca no la puedas resistir,
Mientras baja los escalones un pájaro muerto,
Vos abrí los ojos,
Deja que la luz podrida muerda tu encendida mente,
Y cantá antes de que la avalancha,
Te rompa los tobillos en la conmoción,
No me perdones,
Soy tu pornográfica imaginación.

Carta abierta a los seres sexuados:
Que no falte una rodaja de teta en tu mesa,
Que no caigas en una sociedad de erecciones limitadas,
Que puedas inflar un cachete del culo con helio y soltarlo,
Y que te saluden en tu cumpleaños con un dedo en la boca.
Eso es todo.
Atte, tu médico forense.

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