miércoles, 13 de abril de 2016

Carta abierta contra los tres deseos.

Ayer a mi centro de operaciones remoto arribó una joven de la que no daré a conocer su nombre. En una habitual ronda de preguntas y respuestas tanteando la peligrosidad de la agente virtual me confesó algo que me hizo temblar hasta los huesos: Hace muchos años que no pide sus tres deseos en su cumpleaños. Lo que significa que: No estoy solo en el mundo. Lo que significa que: Es probable que seamos varios los que vivimos en la clandestinidad del silencio en el momento de soplar las velas por temor a ser reprimidos por seres codiciosos y ansiosos de pedir pedir y pedir, para tener tener y tener. Fingimos señoras y señores, fingimos para respetar un protocolo que nos normaliza, y nos convierte en muñecos de una torta repetida que no dice nada real. Así que ahora hermanos míos los exhorto a levantar sus tenedores y sus platos de plástico y rebelarse contra el Imperio de los soñadores y proclamar un mundo libre de fantasías, deseos y expectativas tiradas a la bartola. Porque la torta es nuestra, y nuestro el soplar! Rebelaros! El futuro es nuestro! La historia nos absolverá!
PD: Si mañana aparezco muerto por un payaso sepan que los poderes constituidos sintieron el temblor también!

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