martes, 28 de julio de 2015

Los de antes y los de ahora.

Estamos todos confundidos, los que antes pedían palos ahora se le caen las lágrimas cuando el sobrino dice caca y señala el pañal, me acuerdo de unos que te decían que iban solteros hasta la tumba, ahora hasta las manos con los centavos para comprar un terreno lo más lejos posible de los peligrosos, que por supuesto te hacen la obra. Cada tanto hay que comprarles un asado dice las reglas de la caballerosidad obrera, o sino te roban los materiales. Estaban los campeones mundiales del fútbol televisivo, si el cuatro de Arsenal había perdido una tuerca de la moto conocían la incidencia de su rendimiento el domingo, ahora leen a Zizek y desayunan liviano porque tienen gastritis. Algunas contaban historias desenfrenadas que nunca les pasaron, sobre hombres que nunca existieron, sí cumplieron algunas fantasías, pero ahora con todo el porno que hay a la mano quedaron del lado de las secretarias reprimidas que quieren cumplir la promesa de que su abuela las vea casadas y con hijos. Y están las que se sentaban adelante, hacían siempre la tarea, eran calladas, pero el rumor decía que eran perversas y que se entregaban al desenfreno como el licor de la vida se derrama de la vagina de Eva a la boca de Adán; esas, en realidad, tuvieron un par de ataques de ansiedad, mucho trabajo, no resistieron, empezaron terapia, quedaron solteras, ahora fuman, no te sorprendas si alguna que otra cada tanto se va sola al cine o viajó a Ibiza y se entregó a la penetración múltiple sin reembolso de disculpas, gracias o permiso. El mundo de hoy es así, todos andamos fascinerosos de deseo, nuestro bienpensante capitalismo lo deja caer del reloj digital que cuenta los minutos que faltan para el fin de semana, y ahí todos y toditas con las manos bien sucias empezamos a pensar en esta que otra ingesta, miramos para afuera para ser vistos, a ver cómo me veo, y entonces el rozagante árbol de otoño que moría ayer en tu ventana está siendo meado por un perro, y te causa una alegría que te da ganas de abrir un postrecito de esos envasados y saborearlo como una conquista del paladar anterior al colectivo lleno de tetas y culos en el que vas a viajar algún día pensando en la soledad que te apadrina y que de no tirarte a las ruedas esperarías que al menos traigan algo rico para comer. Así las cosas en esta turbia partida de poker sinfónico, todos mentimos, pero siempre hay un ansiógeno, que no resiste y se delata, se entrega al escarmiento porque se delata, como un castigófilo, amante de la inoculación rectal del dolor. ¿Así éramos antes? No me acuerdo, las cosas cambiaron de lugar, en un momento parecía que iba a estar todo más ordenado, íbamos a ser buenos, prolijos, trabajadores, padres de familia con sentido de la responsabilidad política. Pero ahora con las madres swinger durante el embarazo, el nene nace con una mermelada de cada sabor, lo untas en el pan de la cordura y sale un artista genial. Ahora, con los padres que estuvieron presos, casi le sacan un ojo a algún gil que se hacía el interesante, ahora los rugbiers juntan plata para irse de putas y así tener mejor conocimiento de mercadotecnia para después dirigir una empresa de chocolates envasados y saber que le calienta más al público femenino. Todo sirve, lo vengo diciendo hace rato. Antes parecía que no, si habías pecado, el error se había introducido en tus venas y eras un desgraciado que tenía que penar en la morada de los deshonrosos. Pero ahora, hay lugar para todos, y todos podemos comprar y tener casas más o menos bonitas, con televisores y baños que den ganas ducharse y cagar y mear. Sos policía, sos narcotraficante, ahora sabemos que en tu casa sos un buen pibe, y que en algún lugar de tu ensortijado cerebro tenés ganas de contribuir a la comunidad, hasta es probable que mates porque estabas buscando ayudar, son esas vueltas que tiene todo ahora. Todo sirve, no te gastes en ser correcto, lo digo en serio, por cualquier lado se llega a una bicicleta con candado, un auto con airbag, y un kayak para navegar el río en feriados.

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