viernes, 19 de agosto de 2016

La solución de los enamorados de la política.

Soy un buscador de ocurrencias. Me apuro cuando veo el amor cerca. Llevo una contabilidad muy escrupulosa de mis errores. Sueño con ser impecable. Pero no soy exigente. Me encanta generar climas. Hay que seducirse hasta morir en la red del cuerpo, es una misión para todos. Pongo interés en comprender todas las lastimaduras. Mantengo esta idea: al final de cuentas, hayamos hecho lo que hayamos hecho, somos todos inimputables. Cuando se cierre la historia, o esta historia que hace este presente, todas las causas van a haber prescrito. Todos estamos locos. Quien le tiene miedo al miedo es un peligro para sí mismo. Todos los días aprendo a procrastinar un poco menos. Hasta hace no poco tiempo, me perseguía la sensación de haberle cagado la vida a mucha gente. Escuchar y ser escuchados, entonces cualquier dolor y conflicto tiene solución. Estamos tan enamorados de la política, que hablar así suena sentimental. Lo que se necesita es poder. Hay varias cosas que no son joda: ser un trabajador calificado y productivo, te guste o no la sociedad que vivimos, conocer los límites del cuerpo y las emociones, saber reconocer quienes son los que te van a socorrer y cuidar cuando no puedas por vos mismo. Lo mejor que te puede pasar es morir por algo, pero sin suicidarte. Inevitablemente, la vida tiene mucho de competencia, las mujeres buscan los hombres más fuertes y calificados, aún así sea en ser sensibles y amorosos, los hombres buscamos otros tantos placeres, no estamos dispuestos a vivir con menos de nuestras expectativas. Con paciencia todo, sin paciencia nada. Por más equivocado que se esté, uno siempre quiere tener la libertad de vivenciarlo sin ser corregido.

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