domingo, 10 de julio de 2016

El pulsar de la máquina de frío.

En una asamblea de ciegos el olor de la muerte tiene la palabra,
Nadie osa manifestar su admiración por los árboles y el río,
Amamos la lucha, pero tachamos las oraciones de la guerra,
Son las mismas, los dígitos que las dibujan nacen de la misma máquina,
En el corazón de una joven está quebrada la sangre que la hacía fuerte,
La debilidad es el camino a la sabiduría,
Volvía de tomar té rojo con una amiga y el tiempo giró hacia otro lado,
La muerte hace pulsar la incertidumbre,
Perder control y abrazar la cítrica espiral de tener que ser uno mismo,
Lo más sano es aceptar lo que no tiene remedio,
Mientras una noticia es la leche de quien está amamantado con política,
Para otro la la vida se le revela a toda velocidad en una moto,
En ningún lado está el centro del mundo,
Con mis hermanos hablé de los cuidados,
La madurez es el tiempo en que no ya no desafías al dolor,
Y cuidas la rosa salvaje que corre en la piel y en la emoción del otro,
Y cuidas la morada de tu cuerpo, de tu frío y del quarzo,
Que mide la agitación de los segundos de tu historia.

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