jueves, 18 de diciembre de 2014

¿Qué nos hace amigos?

Considero la amistad un puente hacia una dimensión afectiva libre de celos, envidias, odios y miedos, en la que se juega lo ético con lo estético, lo político con lo erótico. Alguna vez jugando definí la Utopía como un mundo donde todos somos amigos, y no hermanos, ya que tal relación puede establecerse en cualquier vínculo, respetando lo propio de que el vínculo sea de madre a hijo, o de novio a novia. La amistad es la dimensión afectiva de máxima acogida del otro junto a uno, y de máxima libertad entregada a la mutua autonomía de quienes se vinculan.

Por eso en una síntesis de tres ideas pongo aquí cuáles son los elementos que constituyen a una relación de amistad entre personas y que configuran esa dimensión de la experiencia humana fraternizadora que se puede llevar a cabo con cualquier otro u otra, llamada Amistad.


1. Tener algo en común: Creo que es el núcleo sustantivo de toda relación de amistad.  La comunalidad de algún deseo, actividad, talento, vocación, bien, entusiasmo no pasajero por la creación de ideas ridículas, lo que sea que sea un pretexto para unirnos a la otra persona. Encontrar en algún otro u otra un elemento de su vivir, un signo, un gusto, que nos compele a querer estar con esa persona viviendo el placer de ello es el motor de las amistades. Es más difícil hacer amigos con personas que no compartimos nada. Por eso decía que tiene que ver con lo ético, lo político, lo estético y lo erótico, cuando nos encontramos confluyendo por la vía del mismo sentir en alguna de esas dimensiones del vivir emerge un interés que es el de compartirlo.


2. El deseo de compartir. La amistad se nutre como las aves regurgitadoras que le entregan a sus crías el alimento masticado de una comunicación nutritiva que no repara en la propiedad de las cosas. Al abrirse la disposición a poner en juego lo de uno para que el otro o la otra pongan lo suyo se crea un espacio de celebración que es el jugar. Creo que no hay amistad sin juego; que es humor, y que es seriedad, que es una manera de vivir la compañía desde el desprejuicio y la falta de temor a la consecuencias, porque no se está solo, no se está abandonado. Se está con un alguien que tiene el mismo propósito y el deseo de compartir la misma suerte. Aquellos que tienen algo en común y que juegan a compartirlo, son como navegantes cósmicos en la exploración de una existencia llena de aventuras y a la vez desazones, que los une por el hecho mismo de compartirlas, porque en el compartirlas las viven como una realización del jugar que sólo puede ser hecha con aquel otro u otra.

3. El no tener prejuicios: La amistad es una invitación a liberarse de la certeza estupidizante del prejuicio. Encontrar en alguien virtud y defecto queribles y no punibles por el prejuicio nacido del temor y la discriminación, expande la unidad de lo social hacia una reparación de todo el daño que se ha cometido en nombre de la brutalidad de la segregación a través del prejuicio. No se puede hacer amigo teniendo prejuicios. La amistad sería la relación en la cual en vez de prejuicios vivimos conjuicios, una manera de enjuiciar donde respetamos los criterios del otro, y los aprendemos en su observar el mundo.

4. Respetar las diferencias: El puente de la amistad no puede ser cruzado por todas las partes del vivir de una persona a otra. Las diferencias son inevitables, pero pueden verse como una preferencia que tiene la otra persona que pone en jaque las nuestras y que por tanto aparece como amenazante y debe ser combatida. O puede aparecer como un espacio que se abre en la convivencia que permite la coexistencia y la diversidad, que debe ser cuidada y que la conservación de lo común a partir de esa diferencia es constituyente de un mundo democrático y profundamente maduro. Si lo pensamos, la amistad, es el síntoma de la salud en la convivencia, y es estructurante de la autonomía y la promoción de la colaboración entre los individuos.



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