La perfección conlleva una enorme rigidez, una enorme insatisfacción. No se puede alcanzar terminantemente la felicidad, como un estado permanente y estático. Somos perfectamente imperfectos. No se puede mantener el orden de la vida constantemente, haciendo ordenamos y desordenamos. Los procesos de la vida en equilibrio son duales, mantienen las dos caras de la realidad en una transformación equilibrada: orden y desorden, limpieza y suciedad, silencio y ruido, disciplina en indisciplina.
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