jueves, 15 de marzo de 2012

Estéticas 2.

El paraíso anegado, con cursos de agua que los surcan, y una vegetación de muerte y desolación. Una elevación en el horizonte, el destino de la mirada, el lugar de encuentro. Piedras, que son marcas de desintegración, de erosión, de viejas estructuras que ya no están. Y una persona niño, que está ahí sabiendo estar, sin sentirse sola, jugando, sin percibir la naturaleza del medio en el que se encuentra, de alguna manera él es el que le da sentido a todo, él es la historia y la razón de las cosas, inconscientemente y silenciosamente. Un cielo sideral y abierto, y puntos blancos que mojan con movimiento la imagen. Quizás sea un recuerdo y a la vez una fantasía.

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