martes, 24 de abril de 2012

Microrrelatos 23.

Liszt subió al escenario. Comenzó a interpretar Un sospiro. Y las damas suspiraron. El aire de la habitación se enrareció, como si fuera un cigarrillo fumado con precipitación las notas de aglomeraron. El piano comenzó a caer vertiginosamente, figuras geométricas entraron en la sala, sistemas racionales de pensamientos comenzaron a romper todo. Euclides, envidiando a Liszt envió su maldición. La naná había narrado un cuento de buenas noches a Herbert, y a él se le confundió en el sueño con las materias de la escuela.

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