domingo, 13 de mayo de 2012

Microrrelatos 31.

La máquina comenzó a vibrar incesantemente, todos huyeron despavoridos, menos Diego que se quedó mirando. La máquina no explotó, pero liberó un líquido blanco hermosísimo y lleno de una fragancia de flores, crema y frutas. Diego se sentía Mario Bros. Hasta que entró a trabajar en una empresa de electrónica a los veintidós años, donde conoció el secreto de la máquina y perdió el entusiasmo. Tiempo después se casó con una tortuga marina y tuvo una vida de lo más racional.

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