jueves, 5 de noviembre de 2015

Diez ideas.

1. Inteligencia en la comunicación es no responder a preguntas que nadie formula. Hace más de diez años mi hermano Alejandro y yo estábamos tirados en las camas de mi habitación con las piernas estiradas en la pared y yo le dije: Ale, la superación dialéctica de la palabra es el silencio. Ale me contestó: la superación dialéctica de la palabra, es la palabra justa. Tan claro y tan justo como eso. Quien sabe decir responde solo a las preguntas que están en la mano del interlocutor, y ofrece el espacio para formular otras, conservando siempre la danza que constituye a la conversación en la que se está, hasta que se deja de estar en ella.

2. Si yo te digo que inventé un elemento que no tiene color, olor, ni sabor, que toma la forma de todo lo que toca, y que puede formar parte de todos los otros elementos del mundo. ¿No sería alguna sustancia futurista que Tom Cruise tendría que sacar de una cámara criógenica evitando que una red de crimen organizado lucre con ella y se haga con el poder global? Bueno, esa invención futurista, ese elemento completamente innovador, es el agua. El agua es tecnología de punta.

3. Ser receptivo no es ser pasivo. Ser receptivo tiene que ver con ofrecer al otro el campo experimental para que vuelque su sensibilidad sobre uno, para que explore, para que se invente a sí mismo explotando su fertilidad creativa. Quien es receptivo está invitando al otro a que se muestre como quiera ser. Quien es pasivo está apagado en su sensibilidad, y no puede comunicarse.

4. Ser coherente no es tener convicciones. Si la coherencia que uno se plantea no le permite equivocarse y ser modificada entonces es inconsecuente. Nadie puede plantearse una coherencia y defenderla más allá de las circunstancias. Ser coherente no es sostener principios cueste lo que cueste. Ser coherente es aprender a transformarse congruentemente con las circunstancias y las relaciones conservando los deseos y emociones que lo sostienen a uno centrado en uno mismo. Las coherencias no existen fuera de uno, uno revela coherencias en su hacer. Cambia el hacer y cambian las coherencias. Simplemente no se puede controlar la dirección del hacer. Lo que se puede es reflexionar sobre sus fundamentos y decidir orientarse en una deriva u otra.

5. El sexo es un juego de exploración de un territorio siempre virgen.

6. La seducción tiene que ver con el invitarse a ver, a escuchar, a tocar, a percibir sin pensar en las consecuencias.

7. El lenguaje es una extensión de nuestra piel. Las palabras son sonorizaciones del tacto. Tocamos tanto con una palma como con un mensaje. Y la música es una danza, una poesía, una transfiguración extática de esa piel. La música es el doblez de la piel, es piel quemada como cera en melodía, armonía, ritmo.

8. Cuando los seres humanos buscamos el poder, la verdad, la razón, la fama, la abundancia, la gloria, la lujuria, estamos en enajenadamente queriendo encontrar lo opuesto de esas dimensiones de la experiencia. Las enajenaciones son perdidas de la ecuanimidad interior que nos llevan a querer obtener a través de una manera inadecuada y dolorosa algo que sí tiene sentido para nosotros. Así buscamos la paz a través de la guerra, el amor através del celo, la libertad a través del control, el conocimiento a través de la posesión de la verdad, el reconocimiento a través de la fama, el bienestar a través de la abundancia. Las enajenaciones del vivir consisten en pérdidas del bienestar en las que se lo intenta obtener a través de formas inadecuadas para uno mismo.

9. Si le entregas poder a alguien, por más inocente que sea se pervertirá. Si le entregás el saber a alguien, por más ignorante que sea te dirá cómo son las cosas.

10. Es la falta de libertad para ser violentos lo que nos lleva a la guerra. Al reves de como pensamos comúnmente, las personas no tenemos impulsos agresivos naturales que tenemos que domesticar a través de la cultura porque si no destruimos el mundo que vivimos. Las personas inicialmente queremos convivir, todos. Venimos al mundo con el deseo de ser recibidos. Son las vejaciones que padecemos, las negaciones y prohibiciones en nuestra naturaleza emocional, que nos llevan a controlarla, lo que lleva a que queramos destruir nuestro entorno. Si una persona está en la libertad de ser agresivo o no serlo cuando quiere, y se le invita a reflexionar sobre los fundamentos de su hacer y hacerse cargo de él, sin obligársele a tener que tomar el camino del bien, entonces esa persona tendrá deseos de convivir y será más improbable que se vea llevada a ejercer violencia sobre otros. Es la falta de confianza lo que constituye personas temerosas y violentas. Quien no tiene la libertad de ser sí mismo se convierte en un negador de los demás y de sí mismo. Por más que lo que se la haya enseñado a hacer sea lo que llamamos el Bien.

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