lunes, 23 de noviembre de 2015

5 reflexiones liberadoras.

1. El mundo no está para ser dirimido, para ser resuelto en su veracidad o falsedad, en su bondad o maldad. El mundo está para ser explorado.

2. El tema o problema acerca de la verdad no aparece cuando compartimos y coexistimos. La verdad no es un problema propio del ser humano, aparece cuando cuando pensamos que lo que dice el otro es inadmisible, un error o un engaño.

3. Ninguna idea, argumento o discurso está constitutivamente errado. El error es algo que ocurre a posteriori. Cuando hacemos lo que hacemos, o decimos lo que decimos, lo vivimos como válido siempre. Sólo después de chocar vemos que la manera en que conducíamos no era correcta, entonces todo el conducir aparece como un acto erróneo. El error es algo que se mide de acuerdo a los criterios que tenemos para aceptar algo como válido, es decir, está determinado por lo que esperamos obtener como respuesta a una pregunta. Si la respuesta no satisface las expectativas, respuesta contenida en un discurso o una acción, entonces decimos que es errónea. Pero en sí nada es erróneo, todo lo que se vive, se vive como válido. El error es algo que distinguimos a posterior de una experiencia, y que luego veremos como sucediendo bajo el influjo del error. Pero el error siempre se mide a partir de otra experiencia que se vive como válida, y que esta a su vez se mide a partir de otra, por lo tanto ninguna experiencia es en sí misma errónea cuando se la vive. Depende del observador.

4. Seriedad no es circunspección. Seriedad es un modo de vivir la consciencia de los actos. Circunspección es adoptar toda responsabilidad como una preocupación. Quien es serio reconoce lo central de la inocencia y el juego. Quien es circunspecto a perdido de la dimensión de lo inocente y lo lúdico.

5. La historia de un individuo, un grupo, la humanidad entera, no está determinada por la realización de ningún objetivo. Se está en una circunstancia haciendo algo, y luego se está en otra. Siempre a la deriva de los deseos, las relaciones y las circunstancias, pero el sentido de transformación de la historia no está determinado por un vector que lo dirija hacia la realización de un patrón, objeto o meta. Siempre es contingente. Y un día se termina, se termina sin concretar la realización de ningún objetivo, por más que en el devenir hayan existido objetivos orientadores. La historia de un hombre o una mujer, de una nación o de la humanidad entera, es la que es en cada momento, hasta que deja de existir.

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